miércoles, 31 de diciembre de 2014

Pedro de Castilla y Beatriz de Fonseca

El caballero Pedro de Castilla y su esposa Beatriz de Fonseca descansan en la Iglesia de San Lorenzo el Real en la ciudad de Toro (Zamora).
 
 
No conozco más detalles de este caballero, sólo he podido rastrear que provenía por línea bastarda del linaje de Pedro I de Castilla (apodado "el cruel").

martes, 11 de noviembre de 2014

Don Rodrigo Campuzano o "la mejor armadura de alabastro"



Cuando hace unos años visité Guadalajara, quedé maravillado con todo lo que encontré y vi en esta bonita ciudad; pero me quedó por visitar la Iglesia de San Nicolás, así que tenía esa espinita clavada pues había visto alguna fotografía antigua de la escultura que me aguardaba entre sus muros.
Pero  hace poco encontré unas reseñas y algunas fotografías en internet de la restauración de que fue objeto este singular monumento hace unos años. Me puse rápidamente en contacto con su restaurador, Francisco José Boldo Pascua, el cual me ha facilitado un material fotográfico magnífico que nos acerca al monumento y a la escultura mejor, si cabe, que si hubiera ido en persona a verla, ya que nos ofrece un grado de detalle, ángulos y perspectivas del conjunto imposibles para un simple visitante.
 

domingo, 2 de noviembre de 2014

Juan Alfonso, Señor de Ajofrín.


Fue el hijo de Pedro Alfonso e Inés García Barroso, su padre provenía de la estirpe de los Ben Furon, señores de Ajofrín.
Juan Alfonso, joven noble toledano murió durante el transcurso de la guerra castellano portuguesa que tuvo lugar en tiempos de Juan I de Castilla.

Sus restos fueron trasladados a Toledo, y posiblemente su madre y su esposa Juana, encargaron realizar una escultura que mantuviera presente su recuerdo.
El encargo de su monumento se hizo al mejor taller escultórico del momento en Castilla, y lo podemos admirar hoy día en el Convento de Santo Domingo el Antiguo.
Tras esto, la madre donó el Señorío de Ajofrín a la Iglesia Catedral de Santa María de Toledo.

Hace tiempo que deseaba ir a ver y fotografiar a este caballero; cuando unos buenos amigos, conocedores de mi afición por los caballeros medievales, me mandaron unas fantásticas fotografías de Don Juan Alfonso, en las que podemos apreciar con detalle las vestiduras de este caballero toledano de finales del siglo XIV.
 

 

martes, 21 de octubre de 2014

Caballero desconocido, de la Orden de Santiago, en Los Ángeles

Los Ángeles County Museum Art conserva entre sus joyas de arte la escultura de este caballero de alabastro de origen español.
Desconocemos su nombre y el lugar donde estaba primitivamente ubicada.
Pero se trata de una talla, realizada en alabastro, con  indudable calidad técnica , datada entre los años 1510 y 1520.
Se nos muestra tan sólo el caballero, sin ningún otro resto de su monumento funerario en el que aparecerían imágenes alegóricas o su escudo de armas.
 
(1) Escultura de caballero de la Orden de Santiago, en Los Angeles County Museum.
Originaria posiblemente de Castilla.

miércoles, 23 de julio de 2014

Un enigmático caballero en la Catedral de Zamora


Un caballero en la Catedral de Zamora.
Cuando visité esta primavera la Catedral de Zamora muchas cosas me gustaron de ella, pero me llamó mucho la atención esta singular escultura de un caballero con armadura. La imagen podría pasar desapercibida, pues se encuentra por delante de una de las columnas frente al altar.
Escultura de un caballero, frente al Altar Mayor de la Catedral de Zamora.

sábado, 24 de mayo de 2014

Crucifixión de Martín Bernat en el Museo de San Diego

 
Crucifixión.
Martín Bernat.
c. 1480-1490
San Diego Museum of Art

 
Crucifixión (Martín Bernat), 1480-90 

jueves, 15 de mayo de 2014

Pedro I de Castilla, los enigmas de su escultura al descubierto.

  

 
La estatua de Pedro I, una obra de arte excepcional en el Museo Arqueológico Nacional.
Es posible que ya muchos hayáis tenido la oportunidad de visitar el recientemente reinaugurado Museo Arqueológico Nacional.
Esta visita es altamente recomendable y el visitante irá de sorpresa en sorpresa y de admiración en admiración de una sala a otra.
Ya casi al final de la visita podemos admirar la sala de la época  Medieval en los reinos cristianos; donde,  entre todas las maravillas que en ella se exhiben, yo me quiero detener hoy en una obra de arte realmente singular y excepcional por muchos motivos: La estatua orante de Don Pedro I, apodado el cruel.
Un poco de historia.
Pedro I falleció en Marzo del año de 1369 tras ser derrotado en batalla campal a las faldas del castillo de la Estrella (Montiel). Su posterior muerte a manos de su medio hermano Enrique (desde entonces Enrique I) supuso la implantación de una nueva rama dinástica, la de Trastamara.
Por este motivo Pedro I no gozó de una sepultura acorde a su condición de Rey y su “memoria” tardó tiempo en ser rehabilitada y recuperada del olvido.
Fue su nieta Doña Constanza (1404-1478), priora del Convento de Santo Domingo el Real de Madrid, la que llevó a cabo las gestiones pertinentes para encargar en el año 1446 un magnífico sepulcro para el Rey Pedro I. Este monumento funerario del que se conserva sólo la figura del propio Rey se situó en la Capilla Mayor de dicho convento.

La época.
Doña Constanza, nacida en 1404, fue coetánea con algunas de las figuras más señeras de aquella época, el propio Rey Juan II había nacido en el año 1405, Rodrigo Manrique de Lara en el año 1406, Íñigo López de Mendoza (primer marqués de Santillana) en el 1398.
La fecha del encargo del monumento funerario, y de la escultura que se conserva, en el año 1446, coincide con el pleno apogeo del reinado de Juan II, que en el año anterior 1445 acaba de derrotar a los infantes de Aragón en Olmedo.
Época de lucimiento, de grandes personajes y grupos nobiliarios a veces enfrentados entre sí. Y que así recordaban los versos de Jorge Manrique:
¿Qué se hizo el rey don Joan?
Los infantes d´Aragón
¿qué se hizieron?
¿Qué fue de tanto galán
qué de tantan invinción
que truxeron?
¿Fueron sino devaneos?
¿qué fueron sino verduras
de las eras,
las justas e los torneos,
paramentos, bordaduras
e çimeras?
Fue, efectivamente, la mitad del siglo XV, época de ostentación y ornato, de fiestas, torneos y palacios; todo ello imbuido de un espíritu caballeresco; es significativo que uno de los emblemas de Juan II de Castilla sea precisamente un “ristre”, la pieza de la armadura sobre la que se apoyaba la lanza en posición de combate.
También las modas de los caballeros van cambiando, siguen llegando las modas de Italia, que nos traen las nuevas armaduras de Milán, de suaves líneas y perfecto acabado.
Este  periodo resulta interesantísimo desde el punto de vista de la indumentaria  militar en la Península Ibérica, estando relativamente huérfano (pensaba yo) de representaciones artísticas que nos dieran pistas sobre el mismo.
Esta misma figura de Pedro I, encargada por su nieta, me ha llenado siempre de dudas y me ha planteado muchos interrogantes que ahora creo poder contestar.

La escultura de Pedro I.
Se trata de una escultura de cuerpo entero, realizada en tamaño algo mayor del natural, de alabastro.
La escultura se puede datar entre los años 1446 a 1450.
No se conoce la autoría del artista que la realizó o del taller donde se hizo, pero puedo afirmar que no sería desacertado atribuirla al propio escultor  Egas Cueman, ya que la exquisita calidad de la talla la convierten en una obra de primera clase que tuvo que ser realizada por un excelente artista.
En estos momentos de mitad del siglo XV no existen identificados claramente talleres que estén llevando a cabo este tipo de obras, por lo que es probable que sean artistas llegados del extranjero para trabajar en las construcciones de la época (palacios, catedrales…)  los que comiencen a formar talleres en los que dar respuesta a la creciente demanda de esculturas y monumentos para las capillas funerarias de los grandes señores.
Este pudo ser el caso de artistas como los hermanos Hannequin de Bruselas, Antón Martínez de Bruselas y Egas Cueman (padre de Enrique y Antón Egas)  o Pedro Guas y su hijo Juan Guas;  todos ellos hábiles arquitectos y escultores.

Esta sería la lista de las esculturas funerarias que podrían atribuirse a Egas Cueman o a su taller a mediados del siglo XV:
-      Escultura funeraria de Gómez Carrillo de Acuña (1400 -1441). En la Catedral de Sigüenza. Esta escultura se puede considerar la “hermana gemela” de la de Don Pedro, ya que fue indudablemente realizada por la misma mano o taller. (Posible autoría)


-      Escultura funeraria de Pedro I de Castilla, en el Museo Arqueológico Nacional. (Hacia 1446) (Posible autoría)
 

-      Sepulcro de Pedro Girón Acuña Pacheco (Gran Maestre de la Orden de Calatrava) enterrado en la capilla funeraria diseñada por Hannequin de Bruselas, en el castillo de Calatrava la Nueva. (Hacia 1466, obra actualmente desaparecida)

-      Sepulcro de los Condes de Velasco, Monasterio de Guadalupe.(Posible realización hacia 1467) (Autoría reconocida)
La actitud orante del caballero:
Se ha especulado mucho sobre si esta estatua pudo ser diseñada para estar inicialmente tumbada, siendo posteriormente “rediseñada” o reconstruida para adoptar la actitud orante.
El motivo principal de esta sospecha ha venido dado por el hecho de un cierto exagerado hieratismo que se puede observar en la figura, que se remarca más por el contraste entre el cuerpo de la escultura y la cabeza de la efigie; también la posición algo forzada de las manos pueden contribuir a crear cierta confusión.
Ciertamente la cabeza no presenta el mismo grado de acabado que el resto de la escultura y pudiera ser de una mano o incluso una época distinta; por ejemplo, que se partiera de un busto inicial, más o menos fidedigno, que habría marcado las proporciones del resto de la obra. Otro aspecto interesante de la escultura es el peinado y la cinta o diadema que lleva, lo que le da un cierto aspecto "clásico" posiblemente buscado intencionadamente y que nos recuerda a algunas esculturas greco-romanas.
(1)Joven con diadema de la victoria, escultura romana (siglo I d.C), imitando el estilo griego clásico.
 (Gliptoteca de Múnich)
Pero al observar la estatua, no obstante, me parece fuera de duda que esta escultura fue diseñada y esculpida de primera intención en la misma posición orante que podemos ver hoy día.
Hay varios motivos para esta afirmación:
El primero es que el torso de alabastro está perfectamente tallado en su parte anterior y posterior, apreciándose todos los detalles del manto en su parte posterior y siendo la talla una labor de conjunto en la que no se aprecian añadidos.

La realización de las piernas a partir de la rodilla obviamente precisa el uso de otro bloque diferente de alabastro, pero en el corte del mismo se aprecia una nítida continuidad de forma y estilo, apreciable en la “navaja” de la rodillera. Las piernas aparecen mutiladas, seguramente por haber intentado acoplarla con posterioridad a algún nicho de poco espacio.

En segundo lugar los pliegues de la caída del manto, y especialmente la posición gravitatoria de caída de las estructuras que representan la lóriga de cota de malla que se puede observan a nivel del faldellín de malla y especialmente en las mangas de cota de malla, no dejan lugar a dudas, se trata de una estatua concebida y esculpida para permanecer en posición orante.

Ésta podría considerarse por tanto como la primera representación en la Península Ibérica de una escultura funeraria de rodillas.
Hasta el momento era considerada como la primera la escultura orante la de Fray Lope de Barrientos, realizada en el año 1454 por Hannequin de Bruselas (hermano de Egas Cueman). Esta obra de arte se conserva actualmente  en el Museo de las Ferias de Medina del Campo.
(2)Fray Lope de Barrientos, Museo de las Ferias (Medina del Campo)
Lo que si resulta cierto es que estas tres esculturas: Gómez Carrillo de Acuña, Pedro I y Fray Lope de Barrientos muestran características similares en cuanto a la finura de la talla, el realismo y cierta dureza de las facciones, la riqueza y el lujo de detalles. Todo ello se enmarca dentro de lo que se denomina estilo borgoñón, que sería el mundo de influencia tanto de Hannequin de Bruselas como de su hermano menor Egas Cueman.
Nos encontramos por lo tanto ante una manera “nueva” de tratar estos temas escultóricos, en la que aprenderán y se formarán gran número de artistas peninsulares, siendo el más destacado de ellos posiblemente Sebastián de Toledo, discípulo aventajadísimo de Egas Cueman.
San Clemente y Santa Marta por Gonzalo Peris (Museo Diocesano de Valencia) aparecen vestidos con ricos brocados de seda.

El caballero y su armadura, por fín:
Don Pedro se nos muestra ataviado de la siguiente manera:
El torso:
Una amplia capa le cubre los hombros y la espalda, se trata de un manto primorosamente tallado mostrando una labor de brocado en seda.

Pieza de brocado de seda, pintura s. XV
 
La Coraza:
Bajo el manto lleva una coraza formada por un peto aparentemente liso sencillo, que protege el tórax y la parte superior del abdomen.

Una zona reparada en la zona derecha del peto hacen sospechar que aquí pudieran encontrarse las “muelas” del ristre, actualmente perdidas.
Llama la atención la escasa longitud de este peto, ya que deja al descubierto prácticamente todo el abdomen y bajo vientre del caballero, dos de las partes más vulnerables.

Esto tiene una explicación lógica, y es que en este caso Don Pedro no está vistiendo todas las piezas de su armadura. De hecho el rico manto, la lujosa jaqueta decorada, nos muestran al Rey vestido de “gala”, como para una ocasión solemne. Viste parte de las piezas de su armadura, pero no todas, ya que la imagen que nos han querido transmitir no es la del momento previo a una batalla, sino la de la majestad y el poderío de la figura real.

Esta imagen de fuerza y poder queda remarcada por su atuendo militar, de manera que va vestido a la ultimísima moda, con una armadura de lujo de los afamados armeros de Milán. Estas armaduras eran realizadas “a medida” e importadas desde los talleres armeros del Norte de Italia.
Los caballeros según la ocasión podían vestir todas las piezas o prescindir de algunas según el momento, podían disponer incluso de “accesorios” para situaciones concretas como las justas y torneos.
Por eso el peto de Don Pedro parece corto, porque en realidad lo es, ya que esta armadura milanesa del Rey se complementaría con otra protección para la parte baja del tórax y el abdomen: el sobrepeto o pancera.
El sobrepeto (o pancera), no aparece en esta estatua, iría unido mediante una correa al peto, lo cual permitiría además graduar hasta donde alcanzaba el sobrepeto, según la altura del sujeto.
En las armaduras italianas de mediados del siglo XV podemos observar siempre esta correa, aunque también podía usarse un remache central y correas laterales con este fin. El uso del remache central fue ampliamente utlizado en la Península Ibérica.
La disposición de las manos de Don Pedro no nos permiten ver la presencia o no de un remache central, tampoco se aprecia la porción superior de la correa en el peto. Pero igualmente todo hace sospechar que esta armadura debía de contar con un sobrepeto.
Del sobrepeto pendería a su vez la sobrebarriga, formada por varias launas de metal, y finalmente de la última launa penderían las escarcelas.
El manto sobre los hombros, no nos permite apreciar si el caballero utilizaba las “hombreras” protectoras. De llevarlas, se trataría del tipo de hombreras italianas asimétricas, siendo la izquierda de mayor tamaño (para dar mayor protección) y la izquierda de menor tamaño (para favorecer la movilidad del brazo derecho y el manejo de la lanza al apoyarla sobre el ristre). En este caso concreto y dada la representación mitad cortesana, mitad caballeresca de la figura, es probable que no las llevara puestas.
Bajo el peto viste una lujosa “jaqueta” ajustada al cuerpo en la zona del abdomen y con amplios faldones delanteros y traseros con hendiduras por delante, detrás  y en los costados.
Esta jaqueta presenta una primorosa labor de brocado y se muestra además como un prenda de cierto grosor, como se puede apreciar en el reborde de los faldones, ya que solía estar forrada e  incluso podía estar rellena de algún material, para cumplir una función de protección.

La jaqueta de Don Pedro I:
Llegar a definir con exactitud esta prenda ha sido uno de mis empeños, ya que no existen referencias previas que nos indiquen de qué tipo de prenda se trataba, y para ello he contado con la imprescindible ayuda de Consuelo Sanz de Bremond que ha estudiado y definido esta prenda como una jaqueta.

Hay que tener en cuenta que estamos acostumbrados, habitualmente, a ver a los caballeros vestidos de la siguiente manera: jubón, cota de malla y sobre la cota de malla la coraza directamente. Mientras que en este caso encontramos una pieza lujosa, ajustada, algo acolchada y además con faldones. Prenda que va situada sobre la cota de malla y bajo la coraza.
Se trata de una vestidura con una cierta función protectora o de confort, pero  primando también su carácter eminentemente decorativo.
Descarté  el que se tratase de un tipo de prenda chapada por dentro, ya que el uso de la cota de malla y el peto harían redundante, excesiva e innecesaria más protección metálica.
El interés de esta prenda radica también en que la vamos a volver a encontrar, de manera similar o con variantes,  en otros caballeros en la Península Ibérica.
 

En cuanto a su forma con faldones, a la que no estamos habituados, hay que tener en cuenta que las prendas de vestir y también las usadas por los caballeros fueron evolucionando y también sufrieron los influjos y vaivenes de las modas.
Esta prenda con faldones abiertos por delante, detrás y por los laterales sería sumamente cómoda para montar a caballo, y por otro lado el acabado responde a gustos estéticos del momento, ya que podemos observar este mismo tipo de acabado en algunos sayos de esta misma época, como el que observamos en el cuadro del martirio de Santa Eulalia y Santa Catalina.
Representación pictórica (s. XV) de brocados en seda, que nos da idea del acabado y colorido que pudo tener la jaqueta de la escultura de Pedro I.
 
Se puede apreciar cómo la jaqueta se ajusta perfectamente a nivel de la cintura del caballero, sin presentar costuras, y como se continua por debajo de la coraza.
A nivel de la cintura lleva un delgado y elegante cinturón.
La parte superior de la jaqueta no se puede ver por la presencia del peto metálico, pero todo parece indicar que se trate de una pieza que cubre todo el torso con los mismos temas decorativos, y que sería de manga sisa.
Esta apreciación ha quedado corroborada por el hallazgo de una prenda similar que podemos apreciar al completo en un caballero representado en un tapiz del Colegio del Patriarca en Valencia, en concreto en el tapiz denominado: “La Gracia publica los Honores”.
Este tapiz fue realizado en un taller flamenco por Pierre van Aelst hacia 1520 y en él podemos apreciar la pervivencia de este tipo de prenda, así como la parte superior de la misma, ya que su portador cubre su abdomen sólo con la “pancera” de la armadura, lo que permite ver la parte de arriba de la jaqueta.
Finalmente considerar que en el contexto de la Europa del siglo XV se puede rastrear la presencia de un tipo de jaqueta, ligeramente acolchada y lujosa, para ser llevada por encima de la cota de malla y por debajo del peto metálico; en algunos casos a este tipo de prendas intermedias les llaman “arming jacket” que no sé si traducir como “jaqueta para la armadura, o para armarse”.
Otras partes de la armadura:
Bajo la jaqueta Don Pedro I lleva una lóriga de cota de malla, cuyas mangas llegan prácticamente hasta la altura de los codos, mientras que el faldellín de malla sobresale apenas por debajo de los faldones de la jaqueta.
La lóriga de malla se cierra a nivel del cuello, presentando un reborde superior forrado, posiblemente de cuero, para evitar el rozamiento. Esta protección del cuello solía cerrarse por su parte posterior mediante algún cordón o correa que no puede apreciarse por estar rota la escultura a ese nivel.
Protege los brazos con piezas de metal. Podemos ver los brazales de los antebrazos y son especialmente llamativos e interesantes los codales asimétricos.


El codal del brazo derecho presenta una amplia navaja que se continúa hacia dentro para mayor protección, y presenta además otra pieza de metal remachada para aumentar su superficie.
Sin embargo, es mucho más llamativo por su mayor tamaño el codal del brazo izquierdo, que además presenta una forma también diferente.

En realidad este exagerado codal izquierdo es la consecuencia de la colocación de una pieza de codal supletoria, de gran tamaño, directamente sobre el codal izquierdo subyacente (que sería más pequeño que su homólogo del lado derecho); se engarzaría con el codal interior mediante un fiador o por un cordón.

Protección supletoria para codal izquierdo, conservada en el Frazier Museum of History.
Este plus de protección en la zona izquierda era motivado por ser la parte más expuesta del cuerpo, a la vez que  está cayendo (en toda Europa) en desuso el uso del escudo. Ahora  el caballero se sentía invulnerable en su cobertura completa de metal.
Es muy típico en las armaduras italianas de mediados del siglo XV este tipo de armadura con hombreras diferentes y codales muy asimétricos.
Tenemos ejemplos en más esculturas y pinturas en la Península Ibérica como el enterramiento de Gómez Carrillo de Acuña.
En esta línea es especialmente interesante una representación de San Jorge con armadura italiana con pancera sobre un jubón acolchado de color rojo, que podemos apreciar en la techumbre  mudéjar de la Capilla Mayor de la Iglesia del Convento de Santa Clara en Tordesillas; esta techumbre parece ser que fue realizada en tiempos del Rey Juan II, hacia el 1450.
Protege sus piernas sus piernas, igualmente, con piezas de metal.
Quijotes, para cubrir los muslos, apenas visibles por la longitud de la lóriga y la jaqueta.
Rodilleras, con navajas externas muy grandes, características de esta época.

Grebas completas, atadas con correas, que se observan parcialmente al estar la estatua mutilada a este nivel.
No se ha conservado ningún otro elemento del primitivo monumento funerario que debía contar, con seguridad, con la presencia de algún paje con las armas de su señor.
Anatomía comparada:
Para comprender mejor todo lo explicado sobre la armadura de Don Pedro I, vamos a compararla con alguna de las armaduras milanesas de aquella época que han sobrevivido hasta hoy día y también con alguna escultura foránea, para poder observar las similitudes.
Una de las armaduras más representada en los libros de Historia es la conocida como “armadura de Glasgow” por encontrarse actualmente en esta localidad, aunque se trata de una armadura originaria de la Armería del castillo de  Churburg, en el Sur del Tirol.
Realizada entre 1440 a 1445 por varios miembros de la familia de armeros Corio, mientras que el casco con el que se presenta es posterior.
La armadura de Don Pedro I presenta claras similitudes con la de Glasgow.
También he querido traer la imagen funeraria de uno de los personajes más interesantes de la Edad Media Inglesa: Richard de Beauchamp, Conde de Warwick.
Este caballero, fallecido en el año 1439, presenta una efigie funeraria fundida en bronce en el año 1453 por William Austen.  Al tratarse de una obra en bronce nos permite además conocer la armadura del caballero tanto por delante como por detrás. Su armadura es también un claro ejemplo de armadura milanesa de mediados del XV y otra demostración del área de influencia y asimilación de estas lujosas piezas por las oligarquías y grandes familias de Europa.

Hacia un posible esquema de la armadura de Pedro I:

Ahora que hemos situado en contexto la figura que representa a Don Pedro I, estamos en condiciones de hacer una hipótesis sobre cual sería el aspecto de este caballero si estuviese vestido de todas sus protecciones corporales. 
Para ello me he basado fundamentalmente en la "armadura de Glasgow" (datada hacia 1445), por las grandes similitudes que presenta con las partes de la armadura que podemos observar en la estatua de Pedro I.



Pedro I, reconstrucción hipotética de su armadura completa.

 
La armadura completa dispone de ambas hombreras asimétricas, protege las manos con guanteletes de tipo italiano, sobre el peto lleva un sobrepeto o pancera (unido al peto mediante una correa), del sobrepeto penden varias launas de metal de la sobrebarriga, y de ésta a su vez penden dos escarcelas.
Bajo estas piezas observamos la jaqueta que viste sobre la cota de malla.
Finalmente lleva un casco tipo almete, que era el más utilizado por los caballeros en este período. 

Conclusiones:
Nos encontramos ante una obra de arte de excepcional valor:
-      Es una escultura de alabastro, realizada hacia el año 1446. Su fina talla delata la mano de un consumado artista, quizás el propio Egas Cueman, que supo trasladar la delicadeza del arte borgoñón a la sensibilidad castellana del momento.

-      Se trata de la primera representación en la Península Ibérica de un personaje difunto en actitud orante. Esta escultura supuso por lo tanto un precedente y una referencia importante para futuros monumentos funerarios, tanto por su originalidad como por la relevancia del sujeto representado.

-      Pedro I va vestido con armadura milanesa concordante con las utilizadas a mediados del siglo XV.

-      Se documenta en la escultura el uso de una prenda de vestir que se pone por encima de la lóriga de cota de malla, y sobre esta prenda a su vez va situado el peto de la coraza. Se trata de una jaqueta cubierta con elegante decoración de brocado de seda y forrada, que se  adapta a las nuevas modas de la época. Este tipo de jaquetas tendrían como finalidad mejorar la comodidad del sujeto y proteger, a la vez que constituían un elemento de ornato.

 

 Para ampliar información:
- Viajar con el Arte de Sira Gadea:
- Opus incertum de Consuelo Sanz de Bremond:
- Arte en Valladolid de Javier Baladrón:
- Los caballeros medievales en el Arte:
- my Armoury.com (A resource for Historic Arms and Armour Collectors):
- Desperta Ferro (Historia Militar y Política de la Antigüedad y el Medievo):
-      Nº 4: Los Sitios de Constantinopla.
-      Nº 16: La Italia de los condotieros.  

sábado, 12 de abril de 2014

El capacete en el siglo XV. Introducción


El capacete en el siglo XV, más que un casco.


Capacete español de finales del siglo XV. The Metropolitan Museum of Art, Arms and Armor (13,212)
Image © The Metropolitan Museum of Art
 
El capacete es un tipo de casco abierto utilizado durante el final de la Edad Media y el principio de la Edad Moderna.
En cierta manera sería heredero de los “capiellos de ferro” y de los “sombreros de guerra” usados durante el siglo XIV.
La búsqueda de la mejor protección posible para la cabeza,  especialmente de los infantes, llevó a perfeccionar los cascos durante el siglo XV dotándoles de una superficie más ergonómica y de amplias alas caídas.
Se creó así un tipo de casco, el capacete, que fue ampliamente utilizado durante el siglo XV y también durante el siglo XVI, con diversas variantes para adaptarse a los nuevos tiempos.
El éxito de este tipo de casco vino dado por ofrecer una buena y amplia  protección para la cabeza dado que su altura le permitía protegerse frente a los golpes desde arriba, mientras que su forma permitía desviar el impacto de armas blancas y proyectiles.
Además al tratarse de un casco abierto permitía tener un mayor campo y control visual y auditivo de todo lo que ocurría alrededor.
El único punto vulnerable del sujeto en este caso sería la cara y el cuello, problema que fue solucionado con la adopción del barbote o gorjal como protección complementaria con el uso del capacete.
Aunque se piensa que se trató de un tipo de casco usado inicialmente por la infantería su uso fue muy pronto adoptado también por los caballeros, que rápidamente supieron apreciar las ventajas del capacete.
Siendo utilizado por los hombres de armas a caballo y especialmente por los jinetes.
Disponemos de datos para afirmar que el capacete fue también utilizado en el Reino Nazarí de Granada, lo cual no es de extrañar ya que este casco se amoldaba bastante bien a las necesidades de movilidad y control que tanto gustaban al soldado y al jinete nazaríes.
Podría afirmarse que el capacete fue el tipo de casco más ampliamente utilizado y difundido en la Península Ibérica durante la segunda mitad del siglo XV; siendo en cierta manera un tipo de casco genuinamente peninsular, ya que fue aquí donde su producción y utilización tuvo un mayor alcance.
Fueron especialmente famosos los capacetes fabricados en los talleres y armerías de Calatayud, donde también eran fabricados los gorjales. El capacete se solía fabricar a partir de  una única lámina de metal.
Actualmente se conservan en diversas colecciones y museos de todo el mundo una amplia representación de este tipo de casco peninsular, existiendo cascos sencillos y otras piezas de gran lujo y exquisito acabado.

Partes del capacete:

Los capacetes eran forjados a partir de una única pieza de metal.
Es característico que presenten una arista mediana longitudinal que en ocasiones puede formar una cresta sobre la parte superior del casco o calva.
Las alas caídas fueron amplias durante el siglo XV, desarrollándose (en la mayoría de los casos) a partir de un punto de inflexión que marca el final de la calota del casco y el inicio del ala.
Partes de un capacete. The Metropolitan Museum of Art. Image © The Metropolitan Museum of Art
Es muy habitual la presencia de remaches decorativos en distintas partes del casco o del ala.
En aquellos casos más lujosos se presentan decoraciones de latón dorado u otro tipos de adornos, incluidos portapenachos para plumas.