El Calvario de la Iglesia
de la Magdalena de Jaén, un ejemplo de continuidad y cambio a principios del
Renacimiento en las armaduras medievales.
La Iglesia de la Magdalena
custodia en un sitio de honor en una de sus naves laterales este magnífico
calvario, obra que inicialmente fue atribuida al artista italiano Jacopo Florentino; pero actualmente se
cree que fue realizada por su discípulo Jerónimo
Quijano (1500-1563), el cual se encontraba trabajando en el Coro de la
Catedral de Jaén en el año 1524.
Iglesia de La Magdalena, Jaén, capilla lateral.
Además del intrínseco valor
artístico de esta obra, otro motivo de interés de la misma es el estudio de la
indumentaria de los personajes, y concretamente el de los dos “soldados romanos” armados, situados a la
derecha del espectador.
Como ya hemos visto en
otras obras de arte, durante la Edad Media (y por algún tiempo más), la representación
de las escenas de la Pasión de Cristo o de la vida de los Santos, se hacía de
acuerdo a las modas vigentes en el momento de la realización de la obra.
Así que aquí tenemos a
estos dos “romanos” vestidos como dos guerreros de principios del XVI, según
las modas imperantes entonces en la Península Ibérica.
Veamos:
Primer
caballero: A la derecha de la escena, lleva una armadura pavonada
de color negro, con peto, sobrepeto y sobrebarriga de la que penden dos amplias
escarcelas.
Lleva además dos amplias
hombreras con protecciones típicas del XVI, mientras cubre la cabeza con una
celada abierta con la visera levantada.
Algunas partes
significativas de la armadura como los codales y las rodilleras son doradas, al
igual que los rebordes de la cota de malla.
El pavonado servía para
proteger de la corrosión pero además proporcionaba un elegante contraste con
los elementos dorados de la armadura.
En la mano derecha sostiene
una alabarda, mientras con la izquierda sostiene un escudo alegórico.
Del costado izquierdo pende
una arma, que por el tipo de empuñadura y su pomo con cabeza de animal parece
tratarse de un bracamante.
Segundo
caballero: Algo más a la izquierda, por detrás del
primer caballero podemos ver a nuestro segundo hombre.
Lo primero que nos llama la
atención es su casco pavonado en negro, algo alto, con la arista central muy marcada y terminando
en punta en su parte superior, ligeramente caída hacia atrás; dispone de alas,
aunque no muy pronunciadas en este caso.
Se trata de un tipo de
casco denominado “capacete”, con una
morfología típicamente hispana.
Cubre parte de la cara con
un “gorjal” que se suele prolongar de
manera alargada protegiendo también el cuello y la parte superior del pecho.
Este tipo de protección
para cabeza, cara y cuello formada por capacete
y gorjal tuvo amplísima difusión en la Península durante el último tercio
del siglo XV, ya que proporcionaban una buena protección a la vez que eran más
cómodos y prácticos que otros tipos de cascos más cerrados.
Eran famosos los producidos
en los talleres de Calatayud, y se conservan ejemplares de ellos en diversos
museos del mundo.
Cubre el tórax y abdomen
con una brigantina claveteada de
color dorado.
Por delante de la
brigantina vemos como cruza su brazo protegido por brazales y codal, al igual
que protege sus piernas con piezas de armadura. (Estas piezas combinan el pavonado y el dorado al igual que en el anterior caballero)
Le representan con una
túnica de tela (posible licencia artística) bajo la brigantina, echándose en
falta la protección de una lóriga de cota de malla.
Conclusión:
Dos hombres armados en la escena,
del primer cuarto del siglo XVI.
El
primero viste una armadura completa, que sigue básicamente los
esquemas de las últimas décadas del siglo XV, pero en la que observamos ya los
cambios de moda propios del comienzo del nuevo siglo.
Este nuevo caballero, se
presenta en primer plano, sosteniendo en su mano izquierda un historiado escudo
de fuerte sabor renacentista.
El
segundo hombre, permanece en un segundo plano, y va vestido a la
moda de los jinetes y caballeros armados a la ligera de finales del siglo XV.
Una moda que estuvo
fuertemente arraigada en la Península Ibérica, y que demostró su versatilidad y
eficacia en múltiples campos de batalla; una manera de vestirse y armarse que perduró y aún tuvo su lugar en el Nuevo Mundo y en
los campos de Italia, pero una moda que será pronto eclipsada por otras.
Maravilloso el calvario.
ResponderEliminarPor cierto, siempre me hago dos preguntas que todavía no he conseguido que nadie me responda: desde cuándo exactamente se dejó de representar a los personajes con ropaje de la época del momento y el motivo que llevó a no hacerlo más.
Como siempre, aprendiendo sobre armaduras.
Hola Hencinarys, me gusta tu pregunta, aunque no es fácil de responder.
EliminarLo que yo he observado es que el punto de inflexión está precisamente en estas fechas del primer cuarto del siglo XVI.
El motivo hay que buscarlo, creo yo, en la introducción de las ideas del Renacimiento; de manera que los artistas, con la vista puesta en el clasicismo, comenzarán a representar a los romanos como romanos y a los santos y mártires con las vestimentas de la época en que realmente vivieron.
En cualquier caso la Península Ibérica fue especialmente prolífica y rica en la representación de los personajes durante la Edad Media, y se mantuvieron durante más tiempo los "modelos" utilizados durante la Edad Media por la propia dinámica de los artistas y talleres locales, los gustos peninsulares y la más tardía introducción del Renacimiento.
Gracias por tu comentario, me parece un tema muy interesante sobre el que espero hacer alguna entrada pronto.
Me has dado un pista con lo del clasicismo. Gracias, Bonifacio.
EliminarSí, yo creo que esa es la clave; y aunque el Renacimiento entró algo tarde y tímidamente en la Península, pronto se desarrolló con fuerza arrolladora y con una personalidad propia muy acentuada.
EliminarEs también una "moda" si te das cuenta, nuevas ideas, nuevos gustos y un nuevo lenguaje artístico.
Gracias a ti por tus comentarios.