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lunes, 10 de febrero de 2014

La armadura castellana de final del siglo XV en la figura de Don Luis Pimentel y Pacheco


 
 

 Don Luis Pimentel y Pacheco (I Marqués de Villafranca del Bierzo, h. 1497)
Fotografía cortesía de: José Miguel Travieso Alonso.
  
El Museo Nacional de Escultura de Valladolid, es uno de los espacios museísticos más bellos que he visitado. En un marco arquitectónico incomparable, el del antiguo Colegio de San Gregorio, encontramos un sinfín de tesoros del arte español.
Y en una de las primeras salas de su recorrido nos espera esta sorprendente escultura castellana:
Se trata de la escultura funeraria de Don Luis Pimentel y Pacheco (I Marqués de Villafranca del Bierzo).
Este caballero, que se había distinguido con valor en la guerra contra Portugal, falleció en el año 1497, cuando contaba con treinta años de edad, a consecuencia de una caída del caballo, acaecida en Alcalá de Henares.  
Tras su repentina e inesperada muerte fue seguramente su padre, D.Rodrigo de Alonso de Pimentel (IV Conde de Benavente), el que se encargó de todo lo relativo al enterramiento de su hijo primogénito en el convento de San Francisco  de  Villalón (fundación realizada por el propio Conde en el año 1470).
 
La escultura de Don Luis Pimentel es una obra singular y
única por varios conceptos:
 
En primer lugar por tratarse de una talla de madera, material que si bien hemos visto usarse para este tipo de esculturas durante los siglos XII y XIII no solía usarse, o al menos no se ha conservado, para este tipo de esculturas durante el siglo XV. Se ha pensado que la premura por tener terminado el monumento funerario pudiera haber influido en la decisión de usar este material.
Sala del Museo de Escultura Nacional de Valladolid, donde se encuentra esta escultura yacente.
Fotografía cortesía de: José Miguel Travieso Alonso.  

En segundo lugar se trata de una talla de una  gran calidad técnica y un elevado sentido artístico, tratándose además de una obra bellamente policromada. La talla mantiene en conjunto un estado de conservación excepcional, salvo las manos y los pies que puede que hayan sido destrozados a propósito para quitar la espada que sujetaría el caballero. 
En tercer lugar destacar el interés histórico y arqueológico de la talla en si misma, ya que viene a representarnos con detallada precisión a un caballero con armadura de finales del siglo XV.  

Descripción del caballero:

Don Luis Pimentel es representado con semblante sereno, como sumido en un sueño.
El peinado sigue la moda imperante en la Península a finales del siglo XV, flequillo recortado y el pelo largo o melena cayendo sobre los hombros.
Cubre la cabeza con un bonete alto y ancho de color negro.
Detalle de la escultura de Don Luis Pimentel, armado según la moda de finales del XV
Fotografía cortesía de: José Miguel Travieso Alonso.

Viste una armadura completa.
La coraza consta de peto y sobrepeto que se fija en su parte superior mediante un remache (que se ha perdido en la escultura); esta tipología de coraza es la más extendida en el ámbito castellano durante el último cuarto del siglo XV.
Cubre el abdomen con una sobrebarriga formada por cuatro launas de metal festoneadas.
Dos escarcelas delanteras, anchas y cortas, penden de la última launa de sobrebarriga, y también se aprecian escarcelas laterales anchas y de menor tamaño, que probablemente se continúen con escarcelas posteriores.
Siendo llamativa la manera de disponerse prácticamente circunvalando al caballero.
Sobre los hombros lleva hombreras de metal, formadas por tres piezas superpuestas. Lo más característico es que se tratan de dos hombreras por completo simétricas, a diferencia de la asimetría que suele observarse en las mismas en las armaduras de influencia italiana.
Cubre los antebrazos y brazos con brazales (avambrazo para el antebrazo y guardabrazo para el brazo) y  los codos con codales. No se aprecian los guanteletes pues las manos han sido arrancadas.
Las piernas las protege con quijotes, las rodillas con rodilleras unidas a launas metálicas articuladas y las piernas con grebas, los pies han sido igualmente destrozados.
Como característica reseñar que todas las piezas de armadura que protegen brazos y piernas aparecen representadas como piezas completas, es decir que cubren la parte anterior y posterior de los miembros, unidas por unos decorativos cierres.
Bajo la coraza el caballero lleva una lóriga de cota de malla que sobresale a distintos niveles terminando en dientes de sierra.
A nivel del cuello forma incluso a manera de dos finas capas superpuestas de cota de malla, una por encima de otra, terminando las dos en forma dentada.
Sobresale bajo las hombreras y sobre el guardabrazo, y cubre igualmente hasta el tercio superior del muslo.
 
Fotografía de: Museo Nacional de Escultura de Valladolid http://museoescultura.mcu.es/
Catalogación: José Ignacio Hernández Redondo. http://ceres.mcu.es/pages/Main
 
Toda la escultura está policromada, habiéndose conservado los colores con aceptable nitidez.
La armadura por completo está pintada de un color aproximadamente blanco, lo cual no es desacertado, ya que las piezas de metal pulido de una armadura completa podían, a la luz del sol,  deslumbrar y reflejar este color.
Esto nos recuerda también la expresión “ir de punta en blanco” referida a un caballero perfectamente preparado para la batalla con sus armas y su armadura completa y pulida, expresión que también ha pasado al vocabulario usual como sinónimo de ir elegantemente vestido.
Todos los bordes y ribetes de las piezas de metal y de la cota de malla van en color dorado.
Esto también es real y o hemos visto en otras esculturas de caballeros y en piezas de museos.
Los bordes de las piezas de metal iban en muchas ocasiones revestidos con una fina tira de latón dorado, lo cual añadía un elemento estético y decorativo a la armadura.
Por otra parte era habitual que las últimas filas de cota de malla estuvieran realizadas por eslabones de metal dorado o latón para crear ese contraste artístico.

Conclusión:
Estamos ante un caballero, integrante de la alta nobleza de Castilla, vestido con una rica armadura.
Su escultura nos presenta la tipología más común de la armadura castellana del último cuarto del siglo XV, con algunos detalles típicos del final del siglo.
La calidad artística de su talla así como su importancia como fuente documental iconográfica le confieren un gran valor a esta obra singular, dotada además de una gran fuerza expresiva.

Agradecimientos:
Quiero dar las gracias a José Miguel Travieso Alonso (al que he tenido el placer de conocer a través del magnífico blog de la asociación cultural de Valladolid: Domus Pucelae), por haberme facilitado unas magníficas fotografías de este caballero, realizadas por él mismo, así como por facilitarme documentación sobre esta escultura.


 

2 comentarios:

  1. Gracias a ti estoy conociendo mucho mejor nuestro patrimonio. Gracias, Bonifacio.
    ¡Ese bonete tan bien fotografiado! :-)

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  2. Gracias a ti Hencinarys, yo sí que aprendo contigo.
    Sí, las fotos que me han facilitado para esta entrada son estupendas.
    Este bonete qué diferente es de otros más pequeños y semiesféricos de la misma época, cómo estoy deseando que nos hagas una entrada sobre los bonetes en tu blog y nos ilustres a todos.

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